Ojalá que la semana empezara en martes. Pero empieza en domingo o en lunes, dependiendo de la religión o de la necesidad de cada uno. Luego está la lluvia y las cosas extraordinarias que pasan cuando uno menos las espera, es decir: en cualquier momento excepto en un martes. Tenemos viernes, sábado, domingo y lunes, como un póker del eterno retorno, del gozo a la alarma, la calle, el tráfico y el ruido. Cuatro versos del mismo poema repetido, una y otra vez, y que a nadie le importa. La gente se conoce, y desconoce, el viernes por la noche por los bares, sale con los amigos en sábado a la tarde, mira películas el domingo en familia, o solitarios que de todo hay, y maldice el lunes temprano. Pero no hay esperanza nunca en que sea martes.
La terça-feira, como dicen los portugueses, es en realidad, y por culpa de no sé qué antiguo hechizo, la primera línea de un haiku formado por martes, miércoles y jueves, que son primos hermanos. El jueves, está claro, es la línea final; la que asocia las ideas o las ilumina. El miércoles, la segunda línea que puede emparejarse con la primera, o ser su consecuencia. Pero el martes vive en la delicada emergencia de empezar el haiku; su responsabilidad es enorme, aunque a veces pase desapercibido y se nos esfume. Sin saberlo, algunos escribieron ya sobre este asunto, por ejemplo César Vallejo que ya dijo:
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Y Sartre en La náusea:
Miércoles, no hay por qué tener miedo.
Pero en martes nosotros tenemos a la Storni, “hoy es martes y hace frío” dice, y la certeza de que martes con martes vendrán los haikus de todas partes. Haikus que no necesariamente son haikus en su forma, pero sí son la primera línea del gran haiku de los días olvidados de la semana; los días sin tiempo, para los que hacen falta otros ojos.
Es en el silencio del martes, en su discreto canto, que nos hallamos los que miramos el milagro sin buscarlo. De los que decimos: ojalá que me enamore en martes, ojalá que el mundo empezara en martes.
Iyari Martínez