MÁS HUMILLADO QUE BELLO
Con este verso del poema de Miguel Hernández, El niño yuntero, Alfredo Monge (Madrid, 1965) titula su nuevo proyecto e incide en el carácter desesperanzador de su obra, mostrando una reflexión sobre la misantropía y las corrientes antinatalistas que circulan actualmente. Esta colección de “bebés fósiles” muestra un futuro cercano y distópico en el que actuales y venideras generaciones tendrán escasas posibilidades para manejar y decidir su propio destino.
Mediante la inquietante estética de la muestra se pretende reclamar la atención inmediata del espectador y provocar un planteamiento crítico y de análisis mediante el contraste de los materiales que forman las piezas, tal como son los huesos de animales y los muñecos humanos, con toda la carga conceptual que tiene un hueso en su contexto más directo: la muerte de un ser vivo, y la del contexto más directo de los muñecos: la inocencia que encierra el juguete de un niño.
Los medios que utiliza son la escultura y el dibujo. Las esculturas las realiza con objetos encontrados y restos orgánicos que ensambla atendiendo a la sugerencia de las formas. Estas piezas en concreto, están realizadas con restos óseos encontrados por el monte y muñecos regateados en las almonedas del rastro madrileño y recogidos de los contenedores de la ciudad, conformando un pequeño bestiario de seres híbridos a mitad de camino entre la inocencia y la violencia.
Para los dibujos emplea bolígrafos de gel y soportes que van desde papeles reciclados de algodón a restos de papel pintado decorativo, con una técnica muy personal basada en minuciosos trazos aleatorios donde los accidentes que surgen son aprovechados para el propio proceso creativo; como dice el autor “se trata de un proceso de negociación con la obra”.
Pero ya que el futuro pinta negro y limitado de oportunidades, Alfredo nos propone disfrutar ahora que podemos de los pequeños placeres de la vida, ofreciéndonos aquello que más puede elevar nuestros espíritus: el arte y el vino. “Mas humillado que bello”, se desarrolla paralelamente, en la galería Habitar la Linea (calle Amparo, 91) y en la taberna La Mancha (calle Miguel Servet, 13).